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El que come y el que es comido...y un tercero.


El caramelo de menta quería escapar de la saliva.
El caramelo de menta no quería entrar en la boca.

La boca sudando por el esfuerzo, y no lograba ingerir al caramelo.
La boca abierta esperaba que entrara el caramelo.

El caramelo defendía su integridad, no quería deshacerse.
El caramelo de menta ya estaba desnudo, y eso no le gustaba.

La boca aspirando con fuerza, complicada no sabía qué más hacer.
La boca se cerraba fingiendo desinterés, pero no resultaba nada de nada.

El caramelo de menta tentaba sin querer, con su transparencia y olor.
El caramelo deseaba vestirse e irse al bolsillo, de donde lo sacaron.

La boca babeando todavía abierta intentando, sólo cumplía órdenes.
La boca deseaba cerrarse con el caramelo dentro, y sonreír.

El caramelo en un descuido se durmió en sueños de menta.
El caramelo, pobre caramelo de menta.

La boca sonrió, al ver ya su tarea cumplida, sólo ingerir y ya está.
La boca se preparaba para dejar entrar al durmiente, pero algo ocurrió.

Los tontos dedos que aparecieron para transportar al caramelo,
los tontos dedos dejaron caer al somnoliento caramelo de menta.

Y el caramelo calló durmiendo al suelo, cubriéndose de tierra.
Y el caramelo de menta ya no se podía comer...pobre caramelo de menta.

Y la boca se cerró, y se fue...

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